domingo, 9 de mayo de 2010

Mi confrontación con la docencia.

Hace 27 años inicié mis estudios de bachillerato en el Cbtis 57 –Institución donde actualmente laboro- la carrera de técnico en Electromecánica, posteriormente ingrese al Instituto Tecnológico de Tuxtepec, Oax., y de ahí recibí la pasantía como ingeniero en la misma especialidad. Comencé mi vida profesional en la empresa Cervecera Modelo de México como supervisor de mantenimiento en el departamento de envasado y al paso de 2 años, me convencí de que no llenaba mis expectativas y mi vida carecía de sentido debido a la frialdad en que se llevaba a cabo la relación; personal de confianza - obreros.

En el verano de 1993 fui aceptado para prestar mis servicios en el Plantel donde una vez fui alumno y por si fuera poco, también en el Taller donde curse mi carrera técnica. Mi vida cambio completamente, deje de tratar obreros –que cargaban un cúmulo de problemas personales y familiares y no se desprendían de ellos- y comencé a tratar jóvenes con un potencial de energía, brío y vitalidad, pero que también necesitaban de orientación y capacitación. Al paso de un semestre descubrí que tenía verdadera vocación hacia esta noble labor y decidí entregarme al terreno magisterial.

Al trascurrir un tiempo, a pesar de carecer de conocimientos técnico-pedagógicos, y a las constantes críticas -de algunos maestros que se dicen de carrera- logramos obtener resultados favorables en la conducción de grupos. Puedo afirmar que los profesionistas que se dedican a la docencia encuentran diversas líneas de acción al ingresar al campo de la docencia, pues en mi caso –que soy electromecánico- me pueden asignar materias de electricidad y de mecánica, además de asignarme la comisión de realizar el mantenimiento electromecánico en la institución.

Me gusta ser profesor, me siento bien guiando a mis alumnos, me gusta enseñar lo que aprendí en mi profesión y también, porque no decirlo, que ellos me enseñen. Porque los jóvenes viven en un nuevo paradigma, una nueva era de tecnología y diversidad. Los jóvenes de la educación media superior, por su edad, representan la rebeldía en todo su esplendor, pero sabiéndolos encausar son potencialmente receptivos. De paso les contaré que una situación extraña pasa en las áreas de tecnología; resulta que los alumnos –generalmente inquietos- que obtienen malas notas en asignaturas de tronco común, en el área de tecnología se desenvuelven con gran solvencia.

16 años me he dedicado a la labor docente y ese lapso ha sido suficiente para reconocer que esta actividad compleja requiere de atención, requiere de capacitación y entrega. Lo que aprendimos hace 20 años puede no tener aplicación en estos tiempos, necesitamos crear generaciones más competentes que hagan crecer nuestro País, que estén a la vanguardia en conocimientos y tecnología.

Desde antaño los maestros hemos sido pilar fundamental en la sociedad, quien no recuerda a aquel legendario profesor que pedía las novias en el pueblo, aquel maestro que ayudaba a resolver los problemas que toda comunidad tiene. Ser docente es un honor que no cualquiera se puede dar, ser docente es responsabilidad, es persistencia, es un gesto de amor al prójimo.

Todo trabajo tiene sus altibajos, en la docencia también se pasan tragos amargos debido a la indisciplina de los muchachos, a la falta de recursos didácticos, materiales, equipos e infraestructura en general, pero debemos adaptarnos a las circunstancias y tomar actitudes positivas para ir resolviendo poco a poco estas adversidades.

Por el producto terminado bien vale la pena algo de sacrificio. ¿Quién de nosotros no ha sentido la gran satisfacción cuando un ex alumno nos reconoce cabalmente a pesar de los años? O bien cuando vamos a consulta a la clínica y nos encontramos que el médico que atiende es un ex alumno. Doy gracias a Dios, por haberme puesto en este camino.

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